18 oct 2011

Una visita esperada

Después de un par de años sin visitarme, hoy ha vuelto, para recordarme que desde la atalaya privilegiada de mi huerta puedo observar a las 4 rapaces más comunes de Canarias: cernícalo, ratonero, gavilán y él mismo, el dificilísimo de ver hasta que, hace unos años, comenzó una progresión que hoy permite verlo con cierta facilidad en cualquiera de las islas, el halcón tagarote (Falco pelegrinoides).

Como decía, hace dos o tres años me visitó. Seguramente lo haga más a menudo y yo no he alzado la mirada en ese momento. Pero ese día los canarios y herrerillos que utilizaban los bebederos que tengo colocados junto a un árbol, en el pequeño terreno que linda con mi casa, alzaron el vuelo de manera brusca y desaparecieron en un visto y no visto, en el barranco, al abrigo de los matorrales.

Sin duda, algo los asustó, y yo que tenía el campo de visión cubierto por la copa de un árbol, no me hubiese enterado de qué lo había provocado si unos segundos después, a escasos ocho metros de mí, el majestuoso halcón no se hubiese posado en la esquina de la azotea.

El encuentro duró apenas uno o dos segundos, lo suficiente para que el tagarote se percatara de mi presencia y fugaz, levantara el vuelo, desapareciendo como un reflejo gris entre viñas e hinojos.

Pero la sensación de haber encontrado su mirada, ese contacto directo de sus ojos, eso duró mucho más.



Hoy, sobrevoló la casa acompañado de su pareja, haciendo círculos en el aire, combinando sus típicos chillidos agudos con gorjeos más tiernos, lo que me invita a pensar que, con un poco de suerte, en unos meses, tal vez pueda observar el vuelo inseguro de una nueva generación de halcones tagarote sobre mi azotea.

Si eso ocurre, no lo duden, se los contaré.

Saludos.