Como había advertido, el nuevo ritmo me ha absorbido,
dejándome poco tiempo para escribir y explorar este país. Aún así, la distancia
entre Fremantle y la Escuela de idiomas encierra un número interesante de
pequeñas lagunas donde las aves son fácilmente observables.
Gracias a eso, he podido comprobar lo difícil que lo tienen
las libélulas aquí. La otra tarde pude disfrutar de un pequeño documental en el
que dos pequeños halcones, el Cernícalo australiano y el Australian hobby (del
mismo tamaño que el primero pero de cola más corta y mayor parecido físico con
un halcón) se merendaban por turnos a la población de libélulas que habita un
lago del norte de Perth.
Desde sus correspondientes oteaderos, las dos rapaces
realizaban cortos vuelos a ras de agua y enganchaban con una facilidad pasmosa
a las desconcertadas libélulas (de tamaño similar a Anax imperator, la más común y fácil de ver en Canarias) que en
pocos segundos eran despiezadas y engullidas, quedando solamente unas alas
transparentes que durante unos segundos, se quedaban adheridas a la rama y poco
después, con suaves zigzags acababan depositándose en el agua.
Este ritual se repitió varias veces. Tuve la suerte de que
el Australian hobbie se posó siempre en la misma rama seca y dejé el telescopio
enfocado hacia allí, dejando los prismáticos para seguir los vuelos y observar
como en el último momento abrían las alas y dejaban delante las garras para
atrapar con ellas al sorprendido insecto.
Parecía que la población de libélulas lo tenía difícil con
semejante cuadrilla de exterminadores cuando un nuevo comensal se sumó a la
merienda. La White-faced Heron, una garza gris-azulada con la cara y garganta
blancas, la más común aquí por lo que he visto, apareció caminando furtiva
entre las plantas acuáticas y enganchó con certero movimiento a otra libélula.
En este caso la engulló completa después de soltarla en el agua, propinarle un
par de picotazos y sacudirla en el aire.
Tal vez se pregunten por qué no dibujé o tomé apuntes de
este hecho. La verdad es que estaba tan a gusto observando las maniobras de los
halcones, siguiendo los lentos movimientos de la garza, rapidísimos cuando la presa estaba a tiro, intentando imaginar donde estarían los
siguientes objetivos de los afanados predadores, que preferí disfrutar del
momento y vivirlo como observador.
Eso ocurría en los últimos días de sol que hemos disfrutado
por aquí, porque el invierno ha comenzado en estas latitudes y las temperaturas
han bajado hasta rozar los cero grados algunas noches. Se me hace bastante
extraño volver a entrar en el invierno cuando de estar en Europa, empezaría a
disfrutar de la calidez del verano, pero tras las semanas pasadas en el
territorio del norte, con su clima tropical creo que no me vienen mal un par de
meses de fresquito.
Pues este invierno, además de frío, ha traído cambios en el
ambiente que he aprovechado al máximo. La semana pasada, un primer temporal de
viento y lluvia encrespó el mar y, por primera vez observé la playa sin
surfistas a lo largo de todo el litoral. Lo normal es que haya decenas de ellos
esperando la ola que los impulse.
Los fuertes vientos son una buena señal para el observador
de aves, porque muchas buscan la
costa como refugio ante el vendaval. Sabiendo esto, madrugué un poco más y
conseguí tiempo para echar un ojo a la playa antes de entrar en clase y obtuve
buenos resultados.
Lo normal es que en la arena estén un grupo de Silver gulls
(la gaviota más común aquí, parecida a la reidora europea pero sin capirote) y
algunos Swift terns (Charranes piquigualdos), pero una mañana pude observar un
pequeño charrán oculto tras el grupo mencionado. Al acercarme, la diferencia de
tamaño se hizo patente, era realmente pequeño comparado con los piquigualdos.
Lo primero que pensé fue que me encontraba ante un charrancito, pero al mirar
la guía, las alas completamente grises sin la cara externa de las primarias
negras me decantaron por Fairy Tern (Sterna
nereis). Esta especie, además, es la que habita esta zona con regularidad
mientras que el charrancito tiene un área de distribución mucho más norteña y
apenas llega hasta el norte de Australia. Pero con las aves nunca se sabe, tal
vez me lo encuentre un día de estos.
Charrán piquigualdo Sketch rápido a dos colores. |
Empezaba bien la semana.
A los pocos días, en una mañana lluviosa vi pasar fugazmente
un charrán robusto, mayor que el piquigualdo y con el pico rojizo. Al mediodía
lo volví a ver. Otra vieja conocida de Sudáfrica, la pagaza piquiroja engrosaba
el número de aves marinas que se mueven en esta costa.
Así, el invierno aporta nuevos alicientes cada día, los
lagos van aumentando su superficie y la vida se renueva una vez más.
El fin de semana pasado tuve la oportunidad de rodear una
isla en una pequeña lancha, acompañando a un amigo que iba a pescar y, después de disfrutar viendo los
leones marinos y una impresionante colonia de cormoranes, recibí un premio
especial.
En la orilla de la isla, caminando confiado, un ostrero
negro me hizo subir las pulsaciones. Esta especie es similar a una que habitó
en Canarias y tristemente se encuentra extinguida desde hace casi un siglo. Por
eso, ver a este pariente cercano me produjo una sensación especial.
Estas tierras son un paraíso para las aves. Tienen espacio,
tranquilidad y un mar que les provee de todo lo que necesitan para vivir. Ojalá
que esta vida que observo con tanta facilidad se reproduzca y continúe muchos
años deleitando a los que disfrutamos de la simple observación, de plasmar
formas y colores o de descubrir los secretos de su biología, su comportamiento
y las causas que hacen que cada especie sea especial.
Espero no tardar tanto con la próxima entrada.
Saludos.
Francisco Torrents
3 comentarios:
Ha merecido la pena esperar, he podido estar observando las aves a la par que describias sensaciones... una pasada de entrada. Gracias de nuevo por compartir experiencias, sigue disfrutando Fran y tras ello haznos disfrutar a nosotros.
Suscribo el comentario de Lola. Parece una novela por entregas, con su hilo narrativo y su emoción contenida..; se ve que lo está disfrutando horrotes, y me alegro de verás por ello. Un abrazo.
:)
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