Se me hace extraño razonar que terminando agosto empiece la
primavera, que los pájaros lleven dos semanas como locos previendo la mejora
del tiempo y que las últimas tormentas del invierno me tengan metido en casa abrigado
hasta las cejas. Y es que las estaciones, en esta zona de Australia son
absolutamente contrarias a las que se desarrollan en Europa, mientras aquí
impera el frío invernal, en España todo el mundo en la playa y viceversa.
Todo esto viene porque estas últimas semanas han comenzado a
subir las temperaturas, aunque en este momento, estemos sumidos en una violenta
tormenta de lluvia y viento que arranca las ramas de los eucaliptos como si una
leve brisa levantara en el aire servilletas de papel. Aún así, la cosa no llega
a mayores y la vida continúa.
Las primeras en prever la llegada del buen tiempo fueron las
Silver Gulls, la gaviota más común y confianzuda que he visto nunca. Hace
semanas ya que sus esponjosos pollos daban sus primeros pasos en el antiguo
muelle de madera de Fremantle.
Me llama la atención que un país tan grande tan solo posea
tres especies de gaviotas nidificantes. Sobretodo cuando no es un continente
aislado, ya que tiene conexión directa con el sur de Asia y el intercambio de
especies tiene que ser bastante factible. Cosas de la naturaleza que a veces
cuesta comprender.
Lo que está claro es que este es el continente de los loros.
Si recuerdan lo que contaba sobre las cacatúas en una de las entradas que
publiqué desde Darwin, ahora tengo que decir que el espectáculo no cesa, al
contrario, cada salida de campo, cada rincón que se me ocurre recorrer me
muestra nuevas especies de loros o afines, a cada cual más colorida. Hace unos
días hice un pequeño recorrido por el Parque Nacional de Korung, al este de
Perth. Un paseo de un par de horas que se convirtió en un maravilloso día de
pajareo que me dio la oportunidad de observar la Western Rosella, un loro de
afilada cola con el cuerpo rojo carmesí que se vuelve bermellón cuando el sol
lo alcanza. La cola es verde y, entre medio, un sinfín de tonalidades que van
desde el azul añil hasta el amarillo limón. No me canso de mirar a estos
bichos.
Evidentemente, no es la Western Rosella que comento en el texto. Esta es una de las Corella, hay tres especies muy similares y ni la guía ni los mapas de distribución ayudan a identificarla. |
En este paseo también hice un par de interesantes
observaciones de pequeños pájaros, los más esquivos y los que siempre se me
quedan los últimos por identificar. Pero de éstos hablaré en la próxima
entrada, cuando termine la ilustración que estoy haciendo.
Si bien cada vez es más difícil descubrir especies nuevas
(debo andar cerca de 150 especies identificadas) ahora cada especie nueva es un
descubrimiento valioso que se saborea si cabe, más que las primeras que
aparecían a trompicones como diciendo “apúntame que no me has visto”.
Estaba claro que al principio sería así, un territorio
nuevo, nuevas especies, familias, pero ahora que empiezas a reconocer el canto
de los más comunes y los hábitats se van perfilando claros, comenzará la
llegada de las aves migratorias, y se renovará una vez más el ancestral
intercambio de territorios, recursos y refugio que las aves llevan realizando
quién sabe cuántos años…
Les dejo unos bocetos de canguro que dibujé el otro día con
lápiz
1 comentario:
Imagino tu sensación, agosto acaba y la primavera llega noooooooo no puede ser jejejeje...
Por cierto se echaban de menos los dibujos.
Gracias por llevarnos de viaje
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