5 dic 2011

Sudáfrica 1ª entrega: La mirada desafiante de uno de los BIG FIVE.

Este primer viaje a Sudáfrica, me ha dejado grabadas en la memoria algunas imágenes que nunca me abandonarán. La naturaleza salvaje enmarcada en la superficie de los parques nacionales como el Kruger y los Drakensberg; la presencia cercana de animales salvajes como cocodrilos, leopardos o leones; la posibilidad de vivir de cerca momentos de esa vida salvaje convertido en espectador privilegiado. Todo eso unido a la sensación de que eres frágil, que eres vulnerable ante el elefante que sacude sus orejas avisando que no te acerques a sus crías, que si lo creyese necesario embestiría al coche y te crearía un serio problema, te da una sensación difícil de describir.

Por otro lado, también percibes un cierto orden en todo ese mundo salvaje del que, de alguna manera, ahora formas parte. Hay una cierta tranquilidad en el ambiente que comprendes cuando recorres kilómetros y kilómetros y comienzas a ponderar la magnitud de un Parque Nacional como el Kruger. Una extensión del tamaño de Andalucía da para que los animales realicen sus migraciones de ida y vuelta sin sentir la sensación de estar encerrados, y los visitantes entendamos que hay que tener suerte para ver algunas especies míticas de la sabana africana.

Pero en esta primera entrega del viaje por Sudáfrica les voy a hablar de uno de los animales que más me impresionaron, y no es un felino. Aunque pueda parecer absurdo, esa especie fue el búfalo, considerada una de las BIG FIVE, las 5 especies más emblemáticas del Kruger, a saber búfalo, elefante, rinoceronte, león y leopardo.


Apunte realizado a rotulador. 


Este soberbio animal, aunque nos recuerde a especies que hemos domesticado y que no transmiten ningún recuerdo de su vida salvaje, es un verdadero mastodonte al que temen los predadores.

Aunque muchas veces los vimos en pequeños grupos, hubo un par de ocasiones en que nos topamos de frente con manadas numerosas que recorrían sus zonas de pasto con tranquilidad, ocupando todo el espacio que nuestra vista abarcaba.

Estar sentado en el coche y escuchar como de repente el suelo retumba porque algo ha asustado a la manada es como sentir que de repente, el tráfico de una calle se ha desbocado y avanza a toda velocidad sin atender a las normas de circulación. En cuestión de segundos te conviertes en un pequeño islote entre masas que pueden llegar a pesar hasta 900 kilos, que sin ningún orden huyen en todas direcciones. Momentos después retorna la calma y se reagrupan, falsa alarma.

El apunte de la cabeza del búfalo, lo realicé mientras esperábamos en el coche a que desalojaran la carretera. Era una manada numerosa y se generó tal tráfico de ida y vuelta que llegó un momento en que entre los que bajaban al río a beber y los que volvían, comprendimos que era imposible seguir adelante.

Una de las cosas que más me impresionaron de este animal, es que mientras hubo crías atravesando la carretera siempre se colocó uno de los adultos frente al coche, cuadrado sobre sus cuatro patas, mirando de frente y avisando claramente con su actitud, que no iba a permitir bajo ningún concepto que los jóvenes búfalos corrieran peligro.

Esa defensa del grupo, es una de las características que hacen del búfalo un animal formidable, hasta el punto que los leones, si pueden, evitan el menor contacto con ellos. Sirvan estas imágenes para comprender el comentario:

http://www.google.es/search?client=safari&rls=en&q=youtube+kruger&ie=UTF-8&oe=UTF-8&redir_esc=&ei=gx7dTsbmJ4iEOta4lNIO

Por lo demás, también es común la vista del búfalo refrescándose en el río mientras pasan las horas del axfisiante calor de la sabana africana.

Búfalo en el río, con dos picabueyes buscando parásitos en su piel.
Al fondo, los restos del ferrocarril que hace años llegaba hasta el corazón del Kruger.





2 comentarios:

mária dijo...

Jo!!Quépasada!

Anónimo dijo...

Molt bé, broder afrikamer